El karma de
la casa de verano
con parrilla
…karma? que significa?
Leemos…Karma significa acción o energía trascendente que se deriva de los actos, palabras y pensamientos de las personas. Karma es una palabra en sánscrito y es usado en las religiones budista, hinduista y jainista, adoptado más tarde también en el espiritismo.
…bueno nos quedaremos con eso de …
“…acción o energía trascendente que se deriva de los actos, palabras y pensamientos de las personas…”
que puede que nos ayude a entender de que se trata este artículo..
El problema de no saber hacer asados es tener una parrilla a disposición.
Vivís en un departamento como casi todo el mundo (más chico, más grande, más luminoso, más oscuro, más ruidoso), hasta que te vas de vacaciones a la categoría “casa con parrilla y pileta”.
El ítem “casa” no trae mayores inconvenientes, sobre todo cuando la cuestión inmobiliaria se reduce a algo pasajero: los bichos del departamento pagamos expensas para no tratar cara a cara con los gremios. La relación con la “casa”, entonces, se volverá amable y después de unos días, cuando ya aprendiste a regular el agua de la ducha, habrá que volverse.
El problema será con la parrilla.
Al fondo a la derecha, como un baño de restorán, tapada por arbustos, detrás de la pileta, pegada a un alambre de púa, casi en el límite con la quinta de al lado.
Sola además, sin carne, sin fuego, iluminada por una bombita de 25 watts. Uno hace como que no la ve. Ni la nombra. En cambio la pileta (¡climatizada!) se usa a cualquier hora. Es despertarse a la madrugada y meterse. Volver del supermercado, y meterse.
Pero ocurrió.
En determinado momento, tu hijo, ese que solamente juega al Fortnite, dice “parrilla”.
Así: “Hay parrilla, papá”.
Te mira y le sonreís indignado. Te miran todos. Tu mujer, la amiga, el novio de la amiga, hasta el perro.
“¿De dónde sacaste eso, vos? ¡¿Qué sabés de parrillas?!”
En momentos de paranoia similar llegás a pensar que las dificultades empezaron esa semana en el paraíso innombrable con casa, parrilla y pileta. Hubo que admitirlo.
Soportarlo con vergüenza: no saber hacer asados,
sí, es lo más parecido a una disfunción eréctil.
Y en una orgía. ■