MUNDIAL. QATAR .ASADO…
Argentina llevó 2.630 kilos de carne a Qatar para sus asados
La prensa de Argentina viene detallando la gran cantidad de carne que su selección ha llevado a Qatar y que ya se preparó la primera parrilla previo al inicio del Mundial
Las costumbres son costumbres. Y los asados son un rito que, por supuesto, no son exclusividad de Juan Román Riquelme y sus muchachos en el predio de Boca en Ezeiza. Adonde vaya, la Selección hace lo posible por sentirse como en casa. La alimentación es algo muy importante en la vida diaria del grupo, ayuda a que no se extrañe nada, y se sabe que la carne argentina, sea en modo milanesas, albóndigas, estofado, un matambre a la pizza o el clásico asadito, no pueden faltar. La concentración del equipo, entonces, se convertirá en una embajada argentina en suelo qatarí. Para eso, desde Buenos Aires se despacharon ¡tres mil quinientos kilos de carne argenta! Sí señor. Tres toneladas y media de los cortes más tradicionales. ¿Carne común, la de todos los días? Sí y no. Esta es carne “Halal”. La única que se permite en las tierras que albergan el Mundial. ¿Cuál es la diferencia? Veamos…
“Halal significa lícito, que no está prohibido”, arranca su explicación Alexis El Sayer, director de certificadora del Centro Islámico. Sucede que los países de origen islámico tienen algunas restricciones respecto de los productos que ingresan y el trabajo de Alexis y su equipo es “dar fe y velar que se haya cumplido con las normativas religiosas para productos que necesitan certificación”. Los musulmanes tienen prohibido, por ejemplo, el consumo de carne de cerdo, de alcohol y de sus derivados. Tampoco puede consumirse carne que se haya encontrado muerta, ni productos hechos con sangre (adiós, morcilla), ni estupefacientes, ni plantas utilizadas en forma peligrosa. Hay una lista, que está a disposición (halal.org.ar) con todas las especificaciones.
Las oficinas del Centro Islámico quedan sobre Avenida San Juan, en San Cristóbal, y allí funciona también un colegio primario y secundario. Es un edificio tradicional, patrimonio cultural, ambientado con muebles de estilo y un gran patio central con murales que recuerdan a La Meca y Medina, ciudades sagradas, a cargo de la artista Mariam Itatí Encinas.
Alexis explica que la tarea específica es “emitir un certificado por cada producto que ingresa a los diferentes países”, que es “el organismo más antiguo· de este tipo en la Argentina” (lleva 40 años) y que está acreditado internacionalmente para que los productos que llevan su sello “pueden ser consumidos por los 1760 millones de musulmanes en 142 países con presencia musulmana ya que son una garantía tanto en lo sanitario como en lo religioso”.
Hassan Maelenine (coordinador de auditores), Alexis El Sayer (director de certificadora Centro Islámico), Ahmad El Hefnawi (la autoridad religiosa) y Julio Acosta (a cargo de la administración).
En el caso de la carne, se supervisa con auditores todo el proceso: “Que se trate de un animal vivo, trasladado desde un determinado lugar a la planta, que haya tenido el descanso necesario que exige Senasa y que no haya habido maltrato del animal. La muerte se da a través del degüello, en el nombre de Dios -eso lo convierte en halal o lícito- y no con las que se usan convencionalmente (un golpe o la electrocución). Posteriormente se siguen los procesos que se hacen con el animal hasta que llega a una caja para ser exportado”, aclara Alexis. Las plantas donde se hace todo este proceso debe estar certificada por el Centro Islámico, al margen de cumplir todos los requisitos exigidos, según el caso, por las entidades nacionales como Senasa o Anmat.
¿Por qué la Selección se llevó carne Halal si ninguno de los integrantes es musulmán? Porque si no, no podría consumirse en Qatar. “La gente de la AFA se puso en contacto con nosotros y nos envió una lista con lo que querían llevar, no sólo la carne. Por un lado se controla que no se trate de alimentos prohibidos, pero también deben dar un beneficio al cuerpo humano. Hay colorantes, productos químicos que tal vez son nocivos y están prohibidos. Por ejemplo la gelatina, que se hace con sebo y con huesos de animales que no fueron faenados bajo el rito”, interviene Hassan Maelenine, quien está a cargo de la coordinación y la auditoría.
Un mural de La Meca hecho en mosaiquismo en el patio central del Centro Islámico.
Ahmad El Hefnawi, la autoridad religiosa del Centro Islámico, explica la cuestión desde su costado: “Dijo Dios en su Generoso Corán: coman de todo lo que sea lícito y que encuentren en la Tierra. El término Halal no sólo significa lícito sino también beneficioso para llevar una vida ordenada. Dios nos hizo el alimento y nos enseña qué podemos consumir y qué no. Nosotros somos los ojos de los musulmanes en este país. Es una responsabilidad que dios nos dio”. Y Hassan se suma para contar que “la ciencia determinó que el rito islámico es más saludable para el consumo. El método del degüello y desangrado hace que bajen con la sangre del animal todas las impurezas. En el Corán todo tiene su razón de ser, cada obligación tiene su significado. Lo milagroso para nosotros es que 1440 años después, la ciencia lo haya comprobado”.
Para el cierre, El Hefnawi resume lo que significó haber formado parte de este procedimiento: “La certificadora y el Centro Islámico están muy contentos de haber participado de esta tarea y de haber supervisado el proceso desde el inicio al final. Les deseamos mucho éxito y que la bendición de Dios sea con todos”.