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ASADO Y JUAN MANUEL DE ROSAS.

El día que Charles Darwin compartió un asado con cuero con Juan Manuel de Rosas

El naturalista inglés quedó impactado por la cantidad de vacas que había, el consumo de carne y cómo se utilizaba como herramienta de negociación política.

Felipe
Pigna

Son muchas las veces que Charles Darwin…

…habla de la importancia del ganado vacío en sus exploraciones por la Argentina. En sus textos, el consumo y el comercio de la carne se distinguen de manera protagónica  en una trama que hilvana la cohesión de colonizadores y colonizados en la constitución de una cultura identitaria que los trasciende y llega hasta hoy como parte del ser argentino.

Ya en esos años de construcción de un estado nacional, la carne mostraba su costado simbólico. Sin dudas,  era el alimento más importante que consumían las crecientes poblaciones urbanas , pero su valor iba más allá de la comida.

Cuando Darwin llegó al territorio argentino, en 1832, estaban pasando los primeros tres años desde que  Juan Manuel de Rosas  fuera proclamado Gobernador de Buenos Aires.

En su viaje, Darwin pudo ver de primera mano el rápido ascenso de este general al poder nacional, incluyendo la organización de la primera Campaña al Desierto, dirigida por Rosas…

Juan Manuel de Rosas, pintura de Cayetano Museo Histórico Nacional

…para extender la frontera del “dominio blanco”  en territorios dominados hasta ese entonces por pueblos originarios (ranqueles, pehuenches, tehuelches).

Si hay un pueblo que puede ser considerado originario de la Patagonia es el tehuelche, que la habitó desde hace unos diez mil años. Magallanes los llamó “patagones” cuando desembarcó en la región que luego en su honor se denominó Patagonia. Ellos se llamaban a sí mismos “aóniken”, la denominación “tehuelche” se la dieron los mapuche mucho tiempo después. Quienes visitaron la región en el siglo XVII como el jesuita Mascardi o el marino Villarino documentaron que en las márgenes del Nahuel Huapi o al pie del volcán Lanín vivían tribus tehuelches. Nombres como Esquel, Gaiman, y Chaltén provienen de su lengua. La Cueva de las Manos en Santa Cruz, presenta restos arqueológicos tehuelches de miles de años de antigüedad.

Darwin y Rosas, cara a cara

En su primer encuentro, Darwin describe así a Rosas: “Es un hombre de un carácter extraordinario, que ejerce la más profunda influencia sobre sus compatriotas (…) Dícese que posee 74 leguas cuadradas de terreno y unas 300.000 cabezas de ganado.  Dirige admirablemente sus inmensas propiedades  y cultiva más trigo que todos los demás propietarios del país”.

Pero  el ganado también funcionaba como herramienta de negociación , que el propio Rosas usó para firmar la paz con distintos caciques, dándoselos en forma de donación a cambio de ser aliados en la lucha contra los rebeldes.

Esa lógica de intercambio continuó durante varias décadas, como puede leerse en el libro Vida entre Patagones, escrito por el explorador inglés George Chaworth Musters en 1871.

Tras un año de recorrer casi 3.000 km de la Patagonia, Musters cuenta cómo “los tehuelches del norte, al mando de Hinchel” visitan una vez al año la colonia de Patagones donde se queda el tiempo suficiente  para trocar pieles y plumas y “para que los jefes reciben sus porciones de yeguas, vacas, ponchos, yerba, tabaco, concedidas por el gobierno de Buenos Aires”.

Para 1850  se calcula que había en la zona pampeana unas 20.000.000 de cabezas de ganado bovino criollo.  Una cifra ya de por sí impresionante, pero que cobra aún más relevancia si se piensa que, según los datos del  primer censo nacional realizado en 1869  bajo la presidencia de  Domingo Faustino Sarmiento , en todo el país habitaban apenas 1.877.490 personas (sin contar). , claro, a los cada vez más diezmados pueblos originarios). Es decir, había más de 10 vacantes por cada habitante del país.

Se queja Darwin en su diario: “Desde hace varios días no como más que carne ; Este nuevo régimen no me disgusta, pero me parece que solo podría soportarlo a condición de hacer un ejercicio violento. Sin embargo, los gauchos de estas Pampas no comen sino vaca durante meses enteros”, afirma.

El viaje a la Patagonia de Charles Darwin es la piedra fundamental donde este joven naturalista  comienza a sentar las bases de la teoría de la evolución , esa idea de la selección natural que lo convertiría años más tarde en uno de los científicos más influyentes de la modernidad. , con libros como El origen de las especies, publicado en 1859.

En la mirada de Darwin,  en ese asado con cuero , en esas cacerías de boleadoras y de lazos, en los toros salvajes , en los leños encendidos, en la domesticación del ganado y en la relación cambiante con los pueblos originarios, de frágil paz a una guerra total, están las bases en las que se construyó a lo largo del siglo XIX el país en el que vivimos.

Una Argentina donde la carne…

siempre fue -y es- protagonista.

 

¿Todo esto habrá sido verdad?

Es muy probable que estas citas sean auténticas o que reflejen hechos reales, aunque quizás estén algo dramatizadas. Charles Darwin efectivamente visitó la Argentina en la década de 1830 y se cruzó con Juan Manuel de Rosas en el contexto de sus viajes por Sudamérica. Darwin se impresionado se mostró por la figura de Rosas, quien ejercía un poder casi absoluto en la región y mantenía un complejo sistema de relaciones con las comunidades indígenas, usando el ganado como una forma de negociación y diplomacia.

El fragmento de George Chaworth Musters en su libro Vida entre Patagones también es real y describe cómo las comunidades tehuelches realizaban intercambios regulares con los colonos en Patagones. Esto era parte de una red de alianzas y comercio en la frontera de la época, donde el ganado y otros bienes eran fundamentales en las relaciones con los pueblos indígenas.

La cifra de 20 millones de cabezas de ganado en la zona pampeana en 1850 parece plausible, dado el contexto de la época en que Argentina comenzaba a consolidarse como una potencia ganadera mundial. Y la relación de ganado respecto a la población es un dato que resaltaba la economía rural y la baja densidad de población en ese período.

La relación de Juan Manuel de Rosas con los pueblos indígenas fue pragmática y compleja. No era tanto una cuestión de aceptación o deseo de su desaparición, sino de conveniencia y control en un territorio vasto y diverso. Rosas utilizó una política de alianzas estratégicas con algunas comunidades indígenas para afianzar su poder en las pampas y consolidar su autoridad. A menudo, negociaba ofreciendo ganado y otros bienes a cambio de apoyo militar o la neutralidad de los caciques, especialmente en sus conflictos contra facciones opositoras dentro de la política argentina.

Sin embargo, esta alianza era, en esencia, funcional. Rosas también participó en campañas de represión contra ciertos grupos indígenas que no se alineaban con sus intereses o que amenazaban las zonas ganaderas y agrícolas. Su “Campaña del Desierto” de 1833, por ejemplo, fue una ofensiva destinada a asegurar el control sobre las tierras pampeanas, lo que implicaba desplazar o someter a algunas comunidades indígenas. Aunque no fue una campaña de exterminio total, ciertamente empujó a muchos grupos indígenas hacia condiciones difíciles, marcando el comienzo de una política que, años después, se intensificaría bajo la llamada “Conquista del Desierto” de Roca en la década de 1870.

Rosas, entonces, no tenía una política homogénea ni un claro objetivo de “aceptación” o “desaparición”; su interés principal era asegurar su dominio, utilizando diferentes tácticas según cada circunstancia y buscando alianzas cuando le convenía y reprimiendo cuando veía amenazas.

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